miércoles, 22 de agosto de 2018

Nacemos en un contexto que no elegimos...

Nacemos en un contexto que no elegimos, donde aprendemos nuestra base de conocimiento, a reconocer lo bueno y lo malo, a obtener el beneficio necesario para sentirse bien por uno mismo y a no ser rechazado, primero por nuestros seres queridos y después por el contexto.

Vamos acumulando experiencias, conocimientos, hacemos amistades, encontramos amores, emprendemos planes ambiciosos, comprendemos las consecuencias, pero, sobre todo,  nos reconocemos en ese nuevo ambiente en el que estamos y ya no es como en nuestra mente era en nuestros inicios.

Aparecen momentos duros como la muerte de familiares, rechazo de amistades, traiciones amorosas, dificultades económicas, injusticias laborales, nuestras ambiciones no encuentran suficientes recursos para acometerlas, así que en deudas nos metemos y éstas dirigen nuestras vidas para poder pagarlas.

Pero se dan muchas alegrías vitales que te hacen creer que todo tiene sentido, e incluso que si miramos a las estrellas, o por admiramos con la belleza o el conocimiento, o que si somos capaces de tales capacidades, es porque debe haber algo más, quizá espiritual religioso, onírico, alucinógeno o sugestivo que englobe a ese amor con el que te comprometes, a la descendencia que traes el mundo, tus responsabilidades, los momentos de grandes alegrías, los movimientos en los que uno se implica por revivirlos o aumentar su número, las intensas emociones que se sienten en determinados momentos especiales, en fin, pero también todo lo relacionado con el dolor, la pérdida, la tristeza, la depresión, en fin, básicamente, creemos que existe una especie de plan vital que de producirse con esos elementos, es como si la vida fuera completando los pasos para uno se sienta feliz, satisfecho, completo, etc.

Al final devienen las enseñanzas, cada cual se vuelve en un filósofo, quizá engreído, después de tanta experiencia, en las cuales está el resúmen común de que cada cual, según sus intereses personales, obra para intentar obtener un algo bueno según el plan que siguió, debe seguir o seguirá, o al menos, intentarlo no haciendo lo que lo contravenga, y en eso, saber que se está viviendo, al menos, bien o lo menos mal posible.

En fin, así es la vida, a cada cual le sucederá cada elemento quí descrito, y otros, en un momento de su vida, y dentro del contexto en el que se desenvuelva, unas veces será elemento pasivo y otras activo del mismo, pero, siempre estará ahí intentando dar comprensión a cuanto le pase y dar razón en lo que él repercuta en los demás y en su ambiente.

Morimos en un contexto que sin haberlo elegido, si que hemos contribuido a que sea como está al dejarlo, y, aquellos que están repercutidos por nosotros, se sienten agentes pasivos de nuestra actividad, hasta que cada cual recapacita y comprende todo, parte, o interesadamente, esto que escribo y entonces, al menos yo comprendo que:

1.- No existe religión ni forma de gobierno que no pretenda beneficiarse a sí mismo utilizando a sus gobernados como elementos de su riqueza personal.
2.- No existe pensamiento más elevado que la propia naturaleza de la que no somos capaces de desprendernos ni pensamiento más bajo que ser lo que uno no es creyendo que en ese uso que se hace de la naturaleza se la está gestionando en beneficio de la humanidad, cuando, esa gestión contribuye a nuestra paulatina extinción.
2.- No existe nada más que naturaleza, porque es ella y sólo ella quien da tus necesidades, tus finalidades y tus maneras de manejarlo todo, dejándonos sólo el papel de repercutir en el ambiente contribuyendo a que el conjunto se dirija a un punto u otro de su evolución.

Finalmente, en la convicción de que así es la vida, porque así lo fue desde que tenemos capacidad de retrotraernos en la memoria cultural, y somos capaces de vislumbrar según los pasos que hemos dado como humanidad, no ha habido ninguna civilización que afrontara el futuro desde este único punto de vista, la naturaleza, porque sus complicados sistemas de poder y gobierno, siempre los ha conducido a la extinción cultural, como ocurrirá con nosotros, antes o después.

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