jueves, 28 de marzo de 2019

Historia de la Nada...


Te voy a contar una historia que puede impresionar, porque, puede que te deje en un estado de incertidumbre en el que te cuestiones aspectos de la existencia que no creías que pudieras contemplar. Si eres de las personas que están basada en un sistema de creencias, lo normal es que rechaces este escrito, pero te advierto que igual, tu próxima crisis estará influenciada por esto que vas a leer. Ello, quizá, no sea inmediato, incluso es posible que cuando entres en ella no la relaciones con esto que estás haciendo, pero, una vez lo leas, ya formará parte de tu inconsciente y cuanto más tiempo pase, más se ligará a tu subconsciente, así que, toda acción que realices, estará ligada a este inocente momento de lectura, que también intentaré sea de tu agrado…

Imaginaté, si, a ti mismo o a ti misma, no te veas como lo que eres, sino imagina que todo ese mundo en el que depositas tu confianza de futuro, en realidad sólo sirve para una cosa, que por ahora, no eres capaz de averiguar.

Imaginaté, que estás en un mundo distinto del que conoces, no hace falta que concretes, sólo: eres, estás y existes en otro mundo, con otras circunstancias, con otras dependencias, con otra forma de vivir, de pensar, de sentir…. no concretes aún.

En ese nuevo mundo, estás tú y cuantas otras circunstancias como tú se encuentren, todas están, son y existen por los mismos motivos que tú, es decir, por encontrarse haciendo este esfuerzo que yo ahora te pido, el de imaginarte de esta manera.

Cada cual será como sea, da igual si están cerca o lejos, si sois iguales o distintos, si necesitáis de lo mismo o no, si hacéis o no lo mismo ... da igual, lo importante es que son, están y existen en ese espacio imaginativo común. Si quieres, tómate un tiempo para recrearte en ello e intenta maravillarte con tu propia imaginación…

¿Yá ?. ¿Tienes claro cuál es tu mundo ?, espero que si, para que podamos seguir los dos juntos en este trayecto. De lo contrario, intenta, por lo menos, maravillarte, aunque sólo sea una vez, con tu imaginación, respira hondo, cierra los ojos, aprieta los párpados hasta que notes ciertas lucecitas o cambios de luz provocados por la presión que estás ejerciendo, y déjate llevar por ello, como si estuvieras nadando, buceando o viajando en una nave espacial, o en motocicleta, o quizá usa el medio de transporte que te inventes, ni siquiera tiene por qué existir aún, en fín, libérate de tus cadenas y sé tú, viaja, simplemente viaja, pero el medio que sea tu imaginación, y el destino el de maravillarte un poquito de ti, o un mucho.

¿Yá ?...

Bien, ahora ya tienes claro que existe otro mundo, que aunque nadie lo conozca más que tú; es, está y existe porque tú le has dado vida, y a demás, dejas la puerta abierta a que otros mundos estén en ese imaginativo momento como tu, cada cual con sus particularidades, pero están, son y existen porque tú lo quieres así.

Ahora, no imagines nada, simplemente, abre los ojos, de golpe, y deja que la luz fuerce a tus músculos oculares a contraer bruscamente tus pupilas, lo hacen para protegerte de la agresión que la mera e inofensiva luz te puede causar, y entonces cierra los ojos, y nota cómo sientes alivio, siente cómo se va amortiguando la repercusión tanto física como lumínica, pues en tu retina aún hay huella lumínica que hace reaccionar reflejamente a tus músculos, hasta que, tras un cierto tiempo, ya vuelves a volar, o navegar, o surcar el mundo imaginario que habías creado.

Un mundo en el que te sientes libre, aunque repercutido por las agresiones externas, y en él, éstas pueden ser un malestar, es decir, algo que desplaza tu estado anímico en el que estabas por otro de reacción, y lo que persigue es volver a encontrar ese estado anterior conocido tan aceptable como, ahora, necesario, pues lo has puesto en comparación con esta agresión y lo encuentras muy aceptable, quizá deseable.

Sigue volando o navegando por tu mundo, maravíllate de esta sensación de libertad imaginativa que tienes, aquí cabe todo lo que tú quieras, sin represiones ni límites, sólo imagina y métete en ello.

Así, en este estado, acaricia tu antebrazo o tu rostro, o tu muslo, o cualquier parte de tu cuerpo, utiliza una mano o una parte del mobiliario o con algún tejido que tengas cerca, da igual, pero acaríciate, levemente, sin insistir en exceso, sin raspar ni arañar, tan sólo, acaricia como quisieras recibirlo.

Notarás que ese estado volátil en el que te encontrabas se ve amplificado por esa sensación que otros agentes te han proporcionado, es cierto que tú has sido quien lo has generado, pero, gracias al tacto sumas a tu estado, éste otro, y ¿dónde te encuentras?

Si quieres vuelve a insistir, quizá con otro textil o cualquier objeto, en vez de donde antes ahora en otra parte, da igual que sea la cabeza como el sexo, el dedo como la uña de un pié, el pómulo como el vello corporal, da igual, recréate en esas sensaciones que unidas a tu viaje imaginativo, te conducen a otro estado, quizá placentero.

Deja que pase un tiempo mientras las sensaciones reflejas dejan de producirse, no luches contra ellas pero tampoco las desees, tan sólo, permite que desaparezcan y vuelve a tu estado de viaje imaginativo durante unos minutos.

Bien, ahora, de golpe, vuelve a la realidad, despierta y cambia tu postura, da un pequeño salto y levanta los brazos, abre bien los ojos, siente todo lo que hay a tu alrededor y reconócete como quien eres de verdad, incluso, mírate en un espejo si lo tienes a mano, en definitiva, vuelve a ser tú.

Tú, sí, tú,, ahora ya tienes otra situación, la imaginación te ha hecho experimentar tres sensaciones, una que es la de tu imaginación habitual, que como es tuya la has creado para tu beneficio personal resultando ser agradable, y en ella has experimentado dos más, la incomodidad y un estado más placentero, pero sólo en el primer caso has deseado volver a la imaginación y en el segundo has encontrado una incomodidad por volver, ya que lo otro era mejor. Has comprendido que quieres estar bien, que ese es el estado deseable, aunque sea en la imaginación, sin mayores implicaciones reales, hasta así se quiere estar bien.

La tercera situación eres tú, ese que en el espejo ve su reflejo y atusando su cabello, interpreta sus facciones dentro de un concepto personal, y eres quien, tras examinarse, parte hacia un mundo que le espera con un concepto de sí mismo muy particular.

Bien, ese tú, ahora lleva un bagaje imaginativo potenciado, sabe de bueno y malo, es capaz de comparar entre lo que la realidad le proporciona y lo que su imaginación le ayuda a comprender, es decir, le informa sobre aquello que puede ser mejor.

Haz tu día cómo se te presente, realiza las cuestiones que tengas programadas y deja que el día se complete. En él habrán ocurrido todo tipo de situaciones, se te habrán generado una variedad de sensaciones, te habrán surgido sentimientos de varios tipos, tu mente no habrá parado de buscar la lógica en todo, al menos de buscar respuestas para hacer lo que hayas hecho y comprender el por qué de lo que sucede, aunque no sean compartidas o comprendidas o beneficiosas para nadie más que para tí, pero has encontrado un día de afirmación personal, de implicación en tu vida un día más.

De todo cuanto has realizado, hay tres intenciones que han regido todo tu día, por un lado el de subsistir, es decir: comer, defecar, orinar, sudar, digerir, caminar, hablar, mirar, oír, etc., todo aquello que no puedes evitar hacer y te viene dado por ser el ser natural que eres. Por otro lado, has intentado ampliar tus conocimientos, de alguna manera, tu mente te ha enseñado algo, la realidad te ha mostrado alguna faceta o visión distinta de las cosas o situaciones, e indiscutiblemente habrás incidido en alguna habilidad que realizas habitualmente, así que almacenas en tu memoria informaciones que cotejarás con el resto de tu bagaje y te servirá para estar mejor preparado para mañana. Por último, seguro que te habrás relacionado con alguien, aunque sea una persona a la que le pagas por un servicio o producto, para hacerte con algo que necesitabas. Es inevitable no relacionarse, aunque sea caminando, o con la simple visión de la gente pasar, con el ambiente natural que nos rodee, con las personas y sus fragancias y sus ademanes, en fin, y mucho más si la relación ha sido más intencionada e interesada, entonces se acelera todo el proceso.

En definitiva, son estas tres intenciones las que contemplamos en el espejo cuando nos miramos, de alguna manera, nos vemos en lo que de ellos resultamos, así que, por ejemplo, si hay hambre nos vemos delgados, si no tenemos amigos, nos veremos serios o cerrados en nosotros mismos, o si las relaciones no han sido positivas o esperamos algo de las relaciones, nos preparamos para ello en el espejo con, por ejemplo, una sonrisa o fruncimos el ceño.

En realidad, comprendemos mejor a ese que aparece en el espejo que a nosotros mismos, precisamente porque es quien refleja lo que somos, queremos y deseamos. Esa imagen es la resultante imaginativa de las expectativas a las que somos capaces de aspirar.

Estas tres intenciones son similares a aquello que antes iniciamos con el viaje sensorial imaginativo, solo que ahora estamos despiertos y en vez de vivir una experiencia sin peligros, lo que vivimos es el continuo riesgo de experimentar la vida.

Ahora todo es el viaje de estar vivo, donde podremos experimentar desde el agrado al desagrado, desde continuar vivo a estar muriendo, en definitiva, nada se nos escapa y en primera persona tenemos que encajarlo en el sitio más difícil de todos, uno mismo, si, ese mismo que cuando se mire al espejo, se autochequea, se evalúa y se compara con los fines que se propone, en fin, no es por señalar, pero, cada cual que se declare a sí mismo si se reconoce o no en ello.

Cuando todo va bien, la experiencia vital va desde la normalidad hasta el aburrimiento, cuando todo va mal, la experiencia va desde la desesperación hasta el estoicismo, y cuando nos encontramos en término intermedio, unas veces habrá de una cosa y otras de otra, según sintamos o creamos donde lógicamente que estemos.

En realidad, esa es nuestra vida, un sobrevivir, un relacionarse y un aportar más conocimiento, no hay más movimientos que estos, y todos los que se nos ocurran cogen de uno u otro o de varios de ellos, así que es por eso que somos una resultante de los tres ángulos de ese triángulo.

No es de extrañar que ante esta situación, el ser humano haya creado las religiones y las ideologías, porque dan una respuesta a todo ello, ya que si te sumerges en cualquiera de ellas, te hará sentir tan útil como adherido estés a su obediencia.

No es de extrañar que tras ellas, lo que se pretenda, es dar respuesta a ese por qué, del por qué somos tan avanzados, y a la vez tan pocas respuestas podemos dar sobre el más allá de la vida, así que nos inculcan de pequeños la fe en lo injustificable, y nos dará la razón aunque nos manipulen con los sentimientos para apaciguar el posible descontrol al que nos puede avocar el libre albedrío, ya que si no existe nada más detrás de la muerte, para qué ser buenos o malos, tan sólo se ha de ser lo que a cada cual le apetezca o surja y nada más.

En fin, en la realidad inevitable, también te acaricias con los medios a los que te acercas, y de ello adquieres experiencias, unas te sitúan en un viaje positivo y otros hacia algo más negativo, aunque no por ser positivo o negativo sea mejor ni peor, pues por naturaleza cualquier desgaste lo notamos a priori como negativo y cualquier beneficio con el menor desgaste como lo más positivo.

A ese viaje real le añadimos ese otro viaje imaginativo, entre los cuales intentamos sacar realidades escondidas gracias a las cuales avanzamos, y lo hacemos tanto como que somos nosotros, seres cuyas aspiraciones son dos, por un lado superar la supervivencia y por el otro, adquirir el mayor bienestar posible dentro del medio en el que te desenvuelves.

Nos pasamos la vida siendo así, en el equilibrio social en el que nos contextualizamos, donde estamos culturalmente enmarcados históricamente creando todo aquello que socialmente sea suscitable como avance, dejando esa huella como muestra de superación. Como cualquier cultura, a sabiendas o no, dejamos nuestro recuerdo para el siguiente paso, que podrá ser una persona o una civilización separada por cientos o miles de años, que al estudiar estos restos, comprenderán las ideas fundamentales que nos movían, así de simple.

Entonces harán como hacemos nosotros, mirar los restos de otras culturas y civilizaciones pasadas, escudriñando ese reflejo que dejan sus restos, e intentarán comprender cómo eran, su por qué y hacia dónde se dirigían. Como norma general, se sorprenderán de la magnificencia a la que se llegó, y a la vez, surgirá un gran asombro por la desaparición de dicha civilización, pues una vez más, por grande que se haya sido, desaparecerá evolucionando en otra u otras, tras huir de aquello que las minó hasta su desaparición.

Comprenderán, entonces, que ellos provienen de aquello, que sólo son un algo después, y pondrán su cultura en comparación con aquella que están estudiando, pero, después de ese estudio, como quien ve un animal muerto en el margen de una carretera, lo dejará allí esperando a su descomposición natural, tras la cual, la naturaleza misma se beneficiará alimentándose de sus componentes en animales, plantas, insectos, y cualquier tipo de seres que por allí se acerquen, y puedan aprovechar algo de esa materia prima que es ofrecida sólo por estar allí.

Dicho acto es el último al que seguro llegará todo lo natural, y a buen seguro que sintió, sufrió, obtuvo placeres y se relacionaría, tanto para tener descendencia como para aprender de otros. A buen seguro que era un concepto en sí mismo, para unos de temor, y para otros de normalidad, probablemente era padre o madre, era sustentador de necesidades, y a buen seguro que también se aprovecharía de otros seres accesibles solo por estar allí, bien vivos o muertos, y también de otros a los que buscaba para poder subsistir, y ser ese concepto espiritual que representó para el medio, aunque no pudiera mirarse en un espejo.

Y hasta es probable que alguna vez hiciera un ejercicio imaginativo en el que voló sin volar, sintió agrado y asombro, quizá incomodidad y placer, intentando obedecer a quien le propuso hacer ese pequeño ejercicio, tras el cual, y después de haber sido consciente de al menos un día de su vida, comprendiera que, por mucho que haga, sienta y se repercuta con el contexto, por mucho que signifique él para otros y otros para él, una vez deje de respirar definitivamente, sólo quedará lo que transmita, y aún así, sólo permanecerá el uso que de ello se pueda aprovechar, quedando su memoria permanente en este mundo del que él ya nunca más volverá a ser nada más que esa descomposición, incluso de su memoria.

Ni hombres ni mujeres por relevantes que fueran para su tiempo o para el futuro, ya no son nada más que esa utilitaria practicidad de su saber, porque después, como se demuestra, por mucho que creyeran en un más allá, o en una grandeza posterior, por mucho que momificaran sus cuerpos, o se crionizaran, en realidad, aunque sus cuerpos pudieran volver a revivir, aunque existan ya en un más allá disfrutando de lo que sea, aquí, de ellos, no hay nada más que cuerpos que se resisten a cumplir con su última utilidad natural, que es la de servir a su entorno a seguir siendo natural.

Y tras el último paso, quedará de ellos, como ocurrirá conmigo y contigo, la más digna de las nadas.

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